Cada individuo, alberga una microbiota oral distinta, que varía en función de la dieta, el estado de salud bucal y la exposición al entorno en el que se encuentre. La placa bacteriana o placa dental, es un depósito adherido de comunidades bacterianas envueltas de una matriz extracelular de polisacáridos. Las comunidades bacterianas se modifican con el paso de los días, adaptándose al entorno en el que se encuentran, adquiriendo a su vez una mayor resistencia. Existen cinco bacterias, que serán las protagonistas de esta historia: Streptococcus mutans, Streptococcus Sobrinus, Streptococcus Dentisani, Lactobacilos y Bifidobacterium Dentium.

Cuanto más precoz sea el contagio de las bacterias cariogénicas, mayor será el riesgo de tener caries a corto plazo. Entre los seis y los veinticuatro meses, y los seis y once años; se produce un periodo crítico susceptibilidad, en el que el riesgo de contagio es claramente superior. Debido al incompleto estado de mineralización, la naturaleza dinámica de la caries en pacientes infantiles es más agresiva. La caries precoz en el niño pequeño, se da durante los tres primeros años de vida. A estas edades evoluciona con un patrón característico de “caries rampante”, caracterizado por presentarse en superficies con un bajo riesgo.

El síndrome de “caries del biberón” producido durante los dos primeros años, se da en aquellos niños con exposición frecuente y duradera a los hidratos de carbono, especialmente durante el sueño. Su aparición también se debe al uso frecuente del biberón, chupetes endulzados y lactancia materna no acompañada de una correcta higiene bucal. En pocos meses se produce la cavitación del diente, seguida de una exposición pulpar mediante fistulización y abscesos. En ambos casos, los incisivos inferiores no se verán afectados, puesto que quedan protegidos por el labio y la lengua.